Vivían en la cuidad de los tajos dos individuos, huidos de galeras, que se dedicaban a todo tipo de fechorías y robos, un tal Juan Ibáñez, "el perdido" natural de Zújar y Alejandro Reguero, natural de Murtas.
El día 1 de mayo ya entrada la noche disidieron realizar un robo en el convento de los carmelitas, actual iglesia del Carmen. Subieron al tejado y por una ventana sin reja entraron a la Iglesia, así lo describieron las crónicas de la época : "tomó dos atrileras rojas, dos lámparas de plata, una de la Virgen del Carmen y otra de Jesús Nazareno; quitó del candelero del cirio pascual que creyó de gran valor y lo pasó con ayuda de la cuerda a su compañero que lo esperaba en el exterior. No obstante, no quedó saciada su codicia pues se atrevió a desnudar una imagen de la Soledad para quitarle un guardapié de tela".
Muy de madrugada, los ladrones huyeron de Alhama rumbo a Granada y ya amaneciendo, en el barranco de Agrón se detuvieron para esconder bien lo robado tapando todo con hierbas y el Sagrado Copón lo lavaron en el rio Cacín que junto a la patena lo hicieron pedazos con una piedra para que le ocupara menos sitio.

Llegaron a Granada por la vega y entrando por el puente del Genil entraron en una casa cercana a la Iglesia de San Idelfonso. Ningún sitio les parecía el adecuado para esconder las Sagradas Formas que tenían en su poder y durante tres días las escondieron en sus bolsillos, hasta que finalmente las ocultaron en una casa que alquilaron junto a la ermita del Cristo de la Yedra.
Pasados los días, el robo ya fue conocido en la capital y nuestros dos ladrones pasaron a ser sospechosos. Persiguieron a "el perdido" un alguacil y un oficial hasta su casa y después de registrarla y no encontrar nada, de casualidad debajo de una piedra que sobresalía descubrieron ante una mayúscula sorpresa las Sagradas Formas, unas enteras y otras rotas. El alguacil dedujo que eran las hostias que formaban parte del robo de Alhama.
El reo confesó, sin duda por la buenas "artes" de la policía y los números de la inquisición, sacando a todos de la duda. En poco tiempo de interrogatorio confesó el sacrílego robo, reconvenido con los demás efectos que se habían encontrado y con la confesión de la mujer de Alejandro Reguero, el otro malhechor que sabiendo de la detención de su compañero, huyó de Granada.
Los dos ladrones fueron ajusticiados, de manera brutal para nuestra mente contemporánea. El mismo día 25 en el que las Sagradas Formas volvieron a Alhama , José Ibáñez "el perdido" fue ahorcado, arrastrado y descuartizado su cuerpo, siendo finalmente colocada su cabeza y su mano derecha frente al convento donde se efectuó el robo. Su compañero, Alejandro Reguero, fue apresado en Lorca, por el corregidor de aquella localidad, quien dispuso su traslado. Confesó su delito dándosele en Granada la misma suerte y pena que a su compañero el día 5 de junio.
Las Sagradas Formas robadas, unas vez recuperadas fueron repartidas por varias iglesias y conventos de Granada. Dos de dichas Formas, junto al reo, fueron llevadas a Alhama en lo que sin duda tuvo que ser un gran acontecimiento. Según las crónicas de la época, con toda solemnidad salieron de Granada seis mil personas acompañando al Sagrado Cuerpo del Señor, cada una con su luz. Bastante alejados de la cuidad quedaron cerca de mil personas, de las que bastantes más del centenar, entre los que se encontraban ilustres cuidadanos, llegaron a pié a Alhama.
Pasados los años se declararon por la Iglesia las Formas como incorruptas. Y curiosamente en los años cincuenta del pasado siglo, todas las Sagradas Formas que se quedaron en Granada volvieron a su origen, a Alhama, entrando a la cuidad en coche descapotable, siendo recibido por el pueblo entero entre cánticos y exclamaciones religiosas.