Antes debo aportar algunos pequeños pero necesarios datos. Durante casi todo el siglo XIX, sobre todo las últimas décadas de dicho siglo y las primeras del siglo XX entre todo el pueblo estaba muy de moda,cosa muy normal y lógica, todo lo relativo al mundo de la aeronática y sobre todo al de los globos aeroestáticos. Por toda Europa abundaban los aeronautas, generalmente jóvenes empresarios, unos bohemios y aventureros que hicieron de su pasión una arriesgada profesión. Llevaron un estilo de vida itinerante, para algunos romántico y fantástico, que sirvieron a la prensa y a la literatura como argumentos para narrar sus intrépidas aventuras, así como sus desafortunados accidentes. No en balde, estos aeronautas suscitaron en el imaginario colectivo de la población, el deseo de algún día poder elevarse entre los cielos. Las obras de Julio Verne fueron el ejemplo más elocuente de este escenario, cuando el "sport" ( el deporte actual ) se hacía aventura. El deseo de poder volar, que ya venía de muy antiguo, concluyó una primera etapa de su historia con el despliegue científico, gimnástico, empresarial, aventurero y militar de los aerostatos decimonónicos. La etapa posterior dio inició al desarrollo de los primeros dirigibles y aeroplanos. En este nuevo escenario, los globos de aire caliente tomaron una nueva trayectoria iniciándose un proceso de institucionalización deportiva, momento en el cual la aventura se convirtió también en deporte.
Nos encontramos exactamente en el año 1899, más concretamente el 7 de junio, en nuestras fiestas mayores, el Corpus. Nuestra cuidad mostró siempre un gran entusiasmo por los espectáculos aéreos, y así fue como ocurrió una de las anécdotas mas singulares que registra la aeronáutica granadina.
En aquellas fiestas del Corpus, el Ayuntamiento contrató en Murcia ( nada menos que por la nada despreciable cantidad de 500 pesetas ) al famoso capitán Vilaregut, que se comprometió a elevarse en globo desde el Embovedado.
El tal capitán era Jaime Sunyé, de Barcelona y que fueron muy conocidas sus funciones de aeronático. Este capitán, acostumbrado a la gimnasia acróbata del trapecio, efectuó giras habituales de la época por toda Europa. La revista deportiva barcelonesa de la época "Los Deportes" presentaba el entusiasta aeronauta Jaime Sunyé o “capitán Vilaregut”, como uno de los más entendidos en la aerostación deportiva. Al parecer, este gimnasta aeronáutico fue el primero en construirse su propio globo, siendo probado con éxito en las Islas Canarias, en 1897. El capitán Vilaregut ( nombre por el que se le conocía ) era igualmente uno de aquellos gimnastas, que todavía se tendía del trapecio para realizar arriesgados ejercicios.
Pues bien, ante la atónita mirada de un gran gentio, el ya mencionado día del 7 de junio de 1899 se dispuso el famoso capitán Vilaregut a preparar durante horas su espléndido globo y finalmente, vestido de marinero, se colgó de un trapecio que colgaba del globo y soltó amarras. El ingenio se elevó majestuosamente en el cielo de la cuidad por el que estuvo circulando para disfrute de los granadinos, haciendo piruetas y cabriolas, durante más de una hora.
Lo anecdótico, y ciertamente gracioso, tuvo lugar durante el incontrolado descenso. Un golpe de viento en dirección no prevista y la improvisación del acróbata aéreo hizo que el descenso se produjese en el corazón del mismo Albaicín, en mitad de la popular calle San Juan de los Reyes, sobre la azotea del convento de la Presentación.
Las mojas de la comunidad fueron presa del pánico, en especial la reverenda que dio la voz de alarma cuando a gritos de: "Un demonio..Madre...un demonio..!!!", cuando pudo comprobar que un extraño individuo vestido de marinero, llegaba, como caido del cielo. Según narran las crónicas del suceso, "el sobresalto de la comunidad fué extremo cuando las religiosas pudieron ver descendiendo por la cuerda de arrastre del globo hasta la terraza del convento, aun personaje extrañamente vestido, que tomaron por el mismísimo demonio".
Al dia siguente, el diario "El Defensor de Granada" , a modo de "caroca", dedicó al curioso acontecimiento una estrofa que tituló "Por los aires", y que decía así :
SE ELEVÓ POR LOS AIRES
UN MARINERO DE CARNE Y HUESO
Y EN UN CONVENTO DE MONJAS
TOMÓ TIERRA DESDE EL CIELO.
LA COMUNIDAD CREYÓ
SER EL DIABLO EL VIAJERO,
Y EN UN AÑO NO SE CURAN
DEL SUSTO QUE RECIBIERON.
El capitán Vilaregut fué recordado en Granada durante mucho tiempo, y con razón, como "el demonio de los aires".
Los finales del siglo XIX fueron una época de profundos cambios. Debió ser fascinante para los granadinos de entonces contemplar tal fastuoso espectáculo. Imagino las caras de asombro de las gentes. Como ha cambiado todo, y eso que en aquellos tiempos se pensaba que el hombre había alcanzado techo.
ResponderEliminarUn saludo
Ciertamente, amigo Felix tenia que ser fascinamente en aquellos años ver tal espectáculo.
EliminarUN SALUDO